"Tuve el privilegio de descubrir mi propósito hace muchos años. Desde entonces me he dedicado a investigar y experimentar la danza desde una perspectiva comunicacional que me ha permitido comprenderla, además de como una disciplina artística, como una práctica social. Gracias a los resultados obtenidos en mis proyectos artísticos, periodísticos y de investigación, pude comprobar que esta apreciación es y será la única manera de contribuir a su efectiva difusión y desarrollo a largo plazo. Hoy tengo el placer de compartir mis escritos con cada persona que, en cualquier lugar del mundo y en su área respectiva, desee profundizar sus conocimientos y trabajar con responsabilidad social por nuestra danza. La práctica más bella. Y la más necesaria."
"Tuve el privilegio de descubrir mi propósito hace muchos años. Desde entonces me he dedicado a investigar y experimentar la danza desde una perspectiva comunicacional que me ha permitido comprenderla, además de como una disciplina artística, como una práctica social. Gracias a los resultados obtenidos en mis proyectos artísticos, periodísticos y de investigación, pude comprobar que esta apreciación es y será la única manera de contribuir a su efectiva difusión y desarrollo a largo plazo. Hoy tengo el placer de compartir mis escritos con cada persona que, en cualquier lugar del mundo y en su área respectiva, desee profundizar sus conocimientos y trabajar con responsabilidad social por nuestra danza. La práctica más bella. Y la más necesaria."
DANZA & COMUNICACIÓN
PREMIOS TEATRO DEL MUNDO
QUIEN TENGA OJOS PARA VER, QUE VEA
Por Ana González Vañek
Camila O'Gorman (1825-1848, Argentina). Su historia llegó a mí de maneras muy causales durante los últimos años, y me propuse investigar al respecto. La semana pasada estuve en la Iglesia Nuestra Señora del Socorro, donde iba Camila. Allí conoció al sacerdote Ladislao Gutiérrez. Se enamoraron, mantuvieron una relación clandestina durante 4 años y finalmente, decidieron huir de Buenos Aires. A los pocos meses fueron descubiertos, y su hermosa historia de amor, terminó en tragedia. Ambos fueron víctimas de la insensibilidad que ha dado forma a las instituciones cuyos mandatos las mayorías reproducen sin cuestionamiento. Hace unos días vi la película Camila (dirigida por María Luisa Bemberg: 1984) y pensé que, definitivamente, tenía que incluir esta historia en Elevaciones en Danza, un ciclo de homenajes destinados a la eternidad, que busca promover la unión del arte y la espiritualidad, a través de la danza. El fin de semana estuve en el Cementerio de la Recoleta, donde descansan sus restos. Es tanto, y tan profundo lo que nos enseña esta conmovedora historia, a quienes tenemos ojos para ver y oidos para oir, que algunos interrogantes surgen al respecto: ¿Podrían los hombres a quienes se les prohibe amar, declarar la unión entre personas, en nombre del amor hasta la muerte? ¿De qué manera sabrían promover el amor en nuestras sociedades sin haberlo conocido previamente? ¿Es posible hablar de amor en un mundo construido sobre la aniquilación del mismo? ¿Cuánto dura el verdadero amor, en realidad? ¿Es la muerte, acaso, el final?

María Camila O'Gorman (Buenos Aires, 9 de julio de 18251-Santos Lugares de Rosas, 18 de agosto de 1848) fue una joven argentina que protagonizó una trágica historia de amor durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas. Enamorada del sacerdote de su capilla, el tucumano Ladislao Gutiérrez, huyó con él el 12 de diciembre de 1847 para refugiarse en la villa de Goya, Corrientes. Finalmente fueron descubiertos y entregados al Gobierno, que decidió su fusilamiento.
Nacida en Buenos Aires, fue bautizada el 12 de agosto de 1825, en la iglesia Nuestra Señora de La Merced, como María Camila. Era la hija menor de Adolfo O'Gorman (natural de la Isla de Francia) y Joaquina Ximénez Pinto (nacida en Buenos Aires). Fue la quinta de los seis hijos en una familia de clase alta, de ascendencia mixta irlandesa, francesa y española. Dos de sus hermanos, como era típico de las familias poderosas en la Argentina poscolonial, emprendieron respetables carreras en la sociedad argentina.
En 1843, Camila O’Gorman (18) conoció a Ladislao Gutiérrez (19), un sacerdote jesuita que había asistido al seminario junto con su hermano Eduardo y que provenía de un entorno similar (su tío era el gobernador de la provincia de Tucumán). Había sido nombrado párroco de la familia O'Gorman, y pronto comenzó a ser invitado a la propiedad familiar de éstos. Camila y Ladislao iniciaron un romance clandestino. Cuatro años después, el 12 de diciembre de 1847, a la madrugada, se fugaron a caballo. Su objetivo era llegar a la ciudad de Río de Janeiro (capital del Imperio de Brasil), donde habrían pasado desapercibidos. Pero, por razones que se desconocen, no siguieron viajando sino que se detuvieron en la villa de Goya, en la provincia de Corrientes (entonces bajo el control del gobernador Benjamín Virasoro, adicto a Rosas). Ladislao adoptó el nombre de «Máximo Brandier», y Camila se hizo llamar «Valentina Desán». Decían venir de Salta, donde se dedicaban al comercio. Fundaron la primera escuela de la aldea en la propia casucha que arrendaban. Tanta fue la demanda que debieron mudarse dos veces a casas más grandes para albergar a más alumnos.
El 16 de junio de 1848 (siete meses después de la fuga) fueron juntos a una fiesta en una casa del pueblo. Allí el sacerdote irlandés Michael Miguel Gannon ―de paso por la villa― reconoció a Gutiérrez. Fueron detenidos y separados. A Camila la mandaron a la casa de la familia Baibiene y pocos días después, por órdenes directas del gobernador de Corrientes, Benjamín Virasoro, fueron trasladados a la cárcel. Ella afirmó ser la iniciadora del romance y la ideóloga de la fuga. Poco después fueron llevados de vuelta a Buenos Aires, para ser juzgados.
Ante el clamor popular contra la violación de los votos de castidad del sacerdote y la mala reputación que se temía atrajera sobre la comunidad irlandesa, Rosas, aun contra la voluntad de su hija Manuelita ―amiga de Camila―, ordenó su fusilamiento, que se cumplió poco tiempo después en la mañana del 18 de agosto de 1848, en el cuartel general de Santos Lugares de Rosas. Actualmente se ubica el presunto lugar donde ocurrió la ejecución en la avenida Ayacucho entre las calles La Crujía y Libertad, localidad de San Andrés, partido de General San Martín.