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Empatía

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Por Ana González Vañek

"Amarás a tu prójimo como a ti mismo"

 

Empatía: capacidad de ponerse en el lugar del otro y percibir lo que siente.

He aquí una definición clara y exacta de uno de los valores que creemos más necesarios en la danza. ¿Cómo podría un artista construir un vínculo comunicacional con su público sin la capacidad de ponerse en su lugar?

 

La empatía es un aspecto fundamental en el desarrollo de las relaciones humanas ya que brinda confianza, solidez e intimidad a toda forma de vínculo.

Si el arte de la danza tiene la capacidad de acceder a los registros emocionales más profundos del espectador, en un espacio-tiempo efímero y eterno donde todo es posible, es fundamental que reflexionemos al respecto de una habilidad emocional cuya inexistencia no sólo se hace evidente cuando el artista de danza se enfoca en mostrar(se) más que en comunicar(se), sino que limita los alcances infinitos de nuestro arte.

 

Si hablamos de empatía, es necesario hacer referencia al campo de la inteligencia emocional: el sistema en el que se engloban todas las habilidades relacionadas con la comunicación entre el individuo y los sentimientos (ya sean propios o ajenos). La misma está compuesta por cinco destrezas: autoconsciencia (comprender el origen de los sentimientos), control emocional (aprender a canalizar positivamente las emociones), motivación (encontrar razones para la superación y tener la capacidad de motivar a otros), manejo de las relaciones (relacionarse sanamente, respetando a los otros y haciéndose respetar).


La empatía es la quinta habilidad, y es la que nos permite percibir los sentimientos de los demás. No es un don, todos podemos desarrollarla si lo deseamos, y para esto es necesario tener el deseo y la intención de captar la vida del otro desde su perspectiva, y no desde nuestros ojos. 

Si bien no podemos conocer los pensamientos y expectativas del público, y mucho menos su repertorio emocional, sí podemos percibir su energía y, en este sentido, cocrear junto a él, favoreciendo la accesibilidad de nuestro lenguaje, muy especialmente, cuando se trata de espectadores no especializados en danza. 

El hermetismo y la endogamia que el mismo conlleva, característicos de ciertos sectores del campo de la danza, son frutos de la falta de empatía. 

 

Para que la empatía exista, es esencial sentir amor por los demás, el cual siempre será un reflejo y extensión de nuestro amor propio. En este sentido, estar disponibles para recibir el lenguaje silencioso del público, nos coloca en una posición de apertura y permeabilidad que intensifica la llegada de nuestras intenciones en movimiento.

Confiemos en la infinita sabiduría que reside en nuestra danza, y entonces, obremos.

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