Escribo estas líneas desde París para compartir con ustedes la experiencia de lo vivido durante la avant première de Dancing Pina, una película documental producida por el autor y realizador alemán Florian Heinzen-Ziob.
El evento contó con la presencia del realizador y la bailarina africana Luciény Kaabral, quienes compartieron, al final de la proyección, un tiempo de intercambio con el público, respondiendo a las preguntas de los espectadores.
Además del proceso creativo y fílmico, narraron el contexto de pandemia con el que fueron sorprendidos en plena grabación y que impidió que el proyecto sucediera como estaba planeado.
En Semperoper Dresde (Alemania) y en L’ école des Sables, cerca de Dakar (Senegal), un grupo de jóvenes bailarines guiados por ex miembros de LA Tanztheater Wüppertal Pina Bausch, se apropia de dos de las reconocidas obras de la artista. Para los bailarines, provenientes de la danza contemporánea, del ballet clásico y del hip-hop, este proyecto significa un desafío ya que los lleva a replantear y atravesar sus límites, apropiándose y transformando la obra de Pina, al mismo tiempo que se dejan transformar por ella: no copian la obra sino que le dan cuerpo y la transforman, lo que resulta aún más fascinante. En el documental se observa el diálogo entre los recuerdos de la generación anterior y la interpretación de los bailarines de hoy. Es sorprendente ver cómo los caminos de cada bailarín hacia la danza, cargados de dificultades, cobran mayor importancia que la técnica en sí. Es una propuesta interesante que te embarca en el universo creativo, poético y compositivo característico de Pina, pudiendo ver desde el interior de una compañía y en la piel de los propios bailarines, el lenguaje coreográfico de la maestra. Como espectadores, nos vemos sensibilizados por estos procesos así como también por el lenguaje de aquellos maestros que nos envuelven en el ambiente compartido con Pina Bausch. Como artistas y profesionales del movimiento, este documental nos interpela en el sentido de la transmisión, la pedagogía, la creación y la poética del universo de Pina. La obra de Pina Bausch continúa transmitiéndose de generación en generación para transformarse según el entorno, las circunstancias y los cuerpos de los bailarines. Es movimiento constante. Cada propuesta coreográfica se resignifica en el instante mismo en que es bailada, por la mirada del espectador y del artista que la interpreta. A partir de la narrativa de Dancing Pina, podríamos hacernos las siguientes preguntas: ¿para qué dejar una herencia coreográfica? ¿cómo transmitirla? ¿qué es lo esencial en el trabajo de un artista? ¿por qué bailar?
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